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23. Ruby, la princesa pirata

Aquella tarde Susanski y sus amigos quedaron con Spooky para preparar sus disfraces de Halloween. Era la primera vez que tenían invitaciones para la fiesta en la biblioteca de los Osconanos y los niños estaban muy ilusionados. Querían que todo saliera perfecto, pero aún no habían elegido sus disfraces.

 —¿Por qué no vamos a la biblioteca de los Osconanos y le pedimos ayuda a Joey? —dijo Susanski—. Seguro que nos recomienda algún personaje interesante para hacernos el disfraz.

  —¡Es muy buena idea! —dijo Coqui.

 —Spooky llévanos a la biblioteca no tenemos tiempo que perder —dijo Peri.

Al llegar a la biblioteca se encontraron con Emma la estudiante de intercambio que había vuelto a pasar un curso entero en la escuela de Spooky.

  —Hola, Emma —saludó Susanski.

 —Hola —saludó con un gesto—. No esperaba encontraros por aquí.

 —Necesitamos ayuda con nuestros disfraces para la fiesta de Halloween —dijo Coqui.

 —¿En serio? Yo ya tengo elegido mi disfraz. Bueno, siempre voy del mismo personaje.

 —¿Sí? ¿De quién vas a ir? —preguntó Susanski.

—Voy a ir de Ruby, la princesa pirata.

—¿Quién es Ruby? —preguntó Coqui.

— ¡Chiquis, no me digáis que no conocéis a la princesa pirata! —dijo Joey.

—No tenemos ni idea —dijo Susanski.

—Entonces, Emma, creo que deberías contarles la historia de Ruby la princesa pirata —concluyó Joey.

 Emma los miró sin saber qué decir.

—¿Os gustaría escucharla? —preguntó.

—¡Claro Emma cuéntanosla por favor! —suplicaron los niños.

 Emma, muy seria, comenzó el relato:

 —Debajo del mar hay un castillo donde vivía la familia del rey Jade, el rey de los selkies cerca de las Islas del Norte de Escocia. Al rey Jade le encantaba leer y todas las noches, sus hijos se sentaban con él junto a la chimenea y les leía hasta la madrugada. Durante uno de los viajes que el rey Jade hacía regularmente a los arrecifes de coral, un barco pirata se adentró en las aguas cercanas al castillo. 

 —¿Y qué pasó? —interrumpió Coqui.

—¿Quiénes eran los piratas? —preguntó Spooky.
—Se trataba del corsario Rexford Webb —continuó Emma—. Aquellos corsarios eran temidos en todos los mares. No tenían escrúpulos. Abordaban los barcos que encontraban y robaban los libros de las bibliotecas de las islas que encontraban.  Una vez que los libros estaban en su poder esclavizaban a los personajes para que remaran en su barco. La biblioteca del rey Jade era famosa en todos los mares y Rexford quería hacerse con todos esos libros costara lo que costara. 

 Emma hizo una pausa y miró a los niños, al monstruo de armario y al Osconano. Respiró profundamente y continuó:

—Cuando vieron que el rey Jade y sus tropas se habían marchado, entraron en el castillo. No había nadie que pudiera defender la biblioteca. Bueno, estaban Ruby y sus hermanos.  Les hicieron frente y se defendieron como pudieron: les tiraron las cazuelas más grandes que encontraron en la cocina, los hermanos más pequeños lanzaron los jarrones y palanganas, pero no sirvió de nada se llevaron todos los libros. Pero eso no fue lo peor.

—¿No? ¿Qué hicieron? —preguntó Spooky.

—Como no querían dejar a nadie que les pudiera delatar se llevaron también a Ruby y a sus hermanos y les abandonaron en la última cueva de los acantilados donde daba la vuelta el eco.

—¡Qué malos! —exclamó Spooky.

—¿Y qué hicieron los hermanos de Ruby? ¿No tuvieron mucho miedo? —preguntó Susanski.

—Las cuevas de los acantilados donde daba la vuelta el eco eran conocidas y temidas. En ellas habitaban los fantasmas de los prisioneros de los corsarios. Muchos de ellos habían sido los antiguos bibliotecarios que murieron defendiendo sus libros. Nadie se atrevía a adentrarse en las cuevas. Los corsarios dejaron a los selkies y me marcharon sin mirar atrás. 

—¡Pobrecitos! —Spooky estaba a punto de llorar con la historia. Emma le sonrió y continuó con su cuento.

—Ruby les dijo a sus hermanos que tenían que salir de ahí, avisar a su padre y recuperar sus libros. Entonces, cuando cayó la noche empezaron a escuchar los pasos al fondo de la cueva, y no solo pasos, también gemidos, aullidos y hasta un tartamudeo. Ruby preguntó quién andaba ahí poniendo la voz más valiente que pudo.

—Eran los fantasmas —dijo Peri.

—Entonces una voz les dijo “Somos los fantasmas de la cueva”. Ruby les preguntó qué querían, y esa voz contestó “queremos asustaros”. —Spooky al oírlo pegó un salto y se puso detrás de Susanski. —Entonces Ruby contestó “Ya estamos muy asustados”. Los fantasmas se quedaron en silencio y tras unos minutos, la misma voz dijo “entonces ya hemos logrado lo que queríamos”. Los hermanos de Ruby se cogieron de la mano y Ruby preguntó “¿podéis ayudarnos a salir de aquí?”. No se oyó contestación durante un rato, pero si se oía un murmullo. Parecía que estaban hablando entre ellos, incluso había susurros y uno de ellos no parecía estar muy de acuerdo.  Ruby y sus hermanos se esperaron largo rato y no había contestación por parte de los fantasmas. Ruby cansada de esperar volvió a preguntar “¿nos vais a ayudar? ¡No tenemos toda la noche! Tenemos que salir de aquí y recuperar nuestros libros”. Los fantasmas un poco intimidados y a la vez curiosos dijeron “os diremos como salir de la cueva con una condición”.

—Yo no hubiera aceptado ninguna condición —dijo Peri indignado.

—No sé lo que hubiera hecho yo, pero Ruby les preguntó qué condición era esa. “Si vas a ir a buscar a los corsarios queremos ir con vosotros. Además, tenemos un barco pequeño”. “Trato hecho” contestó Ruby. Los fantasmas les ayudaron a encontrar el barco y buscaron al rey Jade y al barco de Rexford Webb. Se dice que encontraron a los corsarios antes que al rey Jade.

—¿Qué hicieron? —preguntó Spooky.

—Ruby y sus hermanos con ayuda de los fantasmas se enfrentaron a los corsarios y recuperaron todos los libros. 

—¡Bien! —corearon los niños, el monstruo de armario y el Osconano. 

—¿Qué paso con Ruby y sus hermanos? —preguntó Susanski. 

—Siguen surcando los mares en busca de libros robados, pero siempre después de terminar los deberes —dijo Virginia—. Y gracias a Ruby y tripulación fantasmal hemos recuperado muchos de nuestros libros más preciados. 

—No me extraña que te disfraces de Ruby —dijo Susanski a Emma. 

—Es mi super heroína favorita —dijo Emma muy contenta. 

—Me encantaría conocerla, ¿crees que podríamos verla? —preguntó Susanski a Virginia.

—Es muy probable. Suele venir por la biblioteca muy a menudo. 

—Pero lo más importante, ¿viene con los fantasmas de la cueva? —preguntó Coqui. 

—¡Por supuesto! Son los que nos cuentan todas sus hazañas a cambio de un vaso de chocolate caliente. 

 Los niños ayudaron a Emma y a Spooky a hacerse sus disfraces de Ruby y de fantasma pirata antes de volver a casa. Estaban deseando conocer a Ruby, la princesa pirata. 


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