7. El día del libro
Susanski había recibido una carta de su tía María que le decía que el 23 de abril era un día muy especial y que tendrían que verse en la biblioteca de los Osconanos. No sabía por qué era tan importante y lo que más le intrigaba era que le había dicho que acudiera con sus amigos porque tenían una misión. ¿Qué tipo de misión sería? La tía María no había añadido nada más.
Por supuesto, Susanski pidió a sus amigos que fueran con ella.
—Jo, no sé qué puedo hacer. Tengo que quedarme con Guisantito —dijo Peri.
—¡Que se venga con nosotros! La tía me ha dicho que lleve refuerzos —hizo una pausa y añadió—, de hecho, le he pedido a María que nos acompañe.
Una vez todos juntos, los cinco niños llamaron a Spooky. La mamá de Susanski como no sabía a qué o quién tendrían que enfrentarse los niños, les preparó una super merienda por si tenían hambre durante la misión.
Spooky, los llevó en el armario. Al llegar a la biblioteca de los Osconanos, Joey y Virginia salieron a recogerles.
—Hola, chicos, me alegra que hayáis venido un día como hoy —dijo Virginia al verlos.
—La tía me ha dicho que viniera, pero no sabemos por qué —explicó Susanski.
—¿No os ha contado nada? —preguntó Joey, extrañado—. El 23 de abril es el día del libro. Vienen de todos los países, rincones, planetas y hasta de planos diferentes como vosotros.
—¿Es sobre libros? —preguntó Coqui—. Va a ser como ir al cole…
—¡Que dices! —Joey se llevó las manos a la cabeza con un aspaviento que le echó todo el pelo en la cara.
A lo lejos vieron una figura pequeña y despistada que no se sabía si iba o venía.
—Tenéis que preguntarse a la tía de Susanski que viene por ahí —dijo Joey.
—Hola, chicos, ¿qué tal estáis? —preguntó la tía María.
—¡Mal! —gritó Joey—, no saben nada del día del libro.
—¿No se lo has explicado? Hoy se reúnen los personajes de todos los libros a la biblioteca y los que estemos allí podemos darles un final diferente. Os voy a enseñar cómo funciona y es super divertido, pero antes ¿no me vas a presentar a las caras nuevas?
—Siiiiiiiiiiiiii —contestó Susanski, super emocionada—. Esta es María, una amiga mía y este de aquí, es Guisantito, el hermano de Peri.
—Hola María, es bueno tener una tocaya por estos lares —saludó con un beso que resonó en la sección de marquetería. Luego miro a Guisantito—. Hola, Guisantito, ¿sabes que tienes nombre de super héroe culinario?
Guisantito que no sabía hablar y agitó las manos con una sonrisa contagiosa. Los niños siguieron a la tía de Susanski y a Joey por toda la biblioteca mientras veía desfilar a todos muchísimos personajes de cuentos y novelas. Blancanieves se acercó a Joey y le pregunto:
—¿Cuál va a ser mi final para hoy?
—Vas a teñirte el pelo de azul y vas a formar un grupo de heavy metal con los Enanos que se llamara “Rock Duro y Pequeño”.
Los niños al verlo se echaron a reír. Aquello era muy loco. ¿Como podía Joey decirle a Blancanieves que montara un grupo heavy? Lo mejor de todo es que ella se fue con los enanos a una sala de ensayo. Aquel día la biblioteca la iba a oír cantar.
—¿Veis? Así es como funciona el día del libro. Podéis hablar con quién queráis e inventaros un final muy loco.
—Yo primero —gritó Coqui.
—Mirad, ahí viene don Quijote —señaló Joey—. No es porque yo lo diga, pero ese tío está muy mal. Tiene “molinofobia”
—Joey, no es molinofobia —dijo la tía—. Don Quijote luchó contra molinos pensando que eran gigantes.
—Entonces ya sé qué le voy a decir —dijo Coqui—. Don Quijote, ya no vas a luchar contra molinos sino contra los Transformers.
Antes los niños que le miraban perplejo vieron como Don Quijote, viejo caballero de armadura de hojalata, cambiaba por completo. Seguía siendo viejo y muy delgado pero su armadura se volvió azul, muy moderna, llena de luces y ¡hasta podía volar! La lanza que portaba se transformó en una pistola láser.
—Les abandono caballeros —se despidió Don Quijote—, tengo que dar caza a unos monstruos metálicos.
Todos rieron y aplaudieron. Poco después, llegó la bruja de la casita de chocolate. Los miró a cada uno y dijo:
—Hummm, podría hacer una sopa con todos vosotros. Contigo, querida, —dijo mirando a la tía —podría asarte como a un cochinillo.
—¡Que desfachatez! Oiga señora que a las tías no se las come y menos asada. —Susanski, que estaba indignadísima de que la bruja quisiera comérselos a todos, le dijo muy seria—. Por hoy, solo comerás verduras. Nada de niños ni tías.
Sus amigos saltaron y gritaron “bien”. Esa bruja se merecía una lección. Luego llegó Hamlet y con una reverencia recitó:
—Algo huele podrido en Dinamarca.
—Va a ser la nevera —dijo María—. Una vez se nos pudrió una cebolla y ¡qué mal olía!
—Ya has escuchado a la joven, Príncipe Hamlet. ¡A limpiar la nevera! —concluyó la tía.
Se lo estaban pasando bomba. Era divertido poner las cosas del revés en los libros. Continuaron por los pasillos de la biblioteca hasta llegar a la sección infantil donde vieron a Pulgarcito.
—Hoy, Pulgarcito vas a ser un super espía —dijo Peri.
En medio de la sala de lectura, estaban los malvados ogros dispuestos a cometer todas las maldades de los cuentos, pero Guisantito se soltó de la mano de Peri y delante de ellos se puso a bailar.
—Eso solo puede significar una cosa —dijo Joey—. Hoy os toca bailar todo el día. ¡Nada de maldades!
Guisantito se lo pasó bomba con los ogros, que, por cierto, bailaban muy bien. Spooky les seguía en silencio sin decir nada y la tía le preguntó.
—¿Que te pasa, Spooky? Tienes mala cara, como si te hubieras tragado un sapo.
Spooky se retorció el jersey que llevaba puesto y dijo.
—No se me ocurre ningún final para los cuentos, y también quiero participar.
—Eso no es difícil —dijo Susanski—. Te ayudaremos entre todos.
Se animó mucho, por primera vez en todos los días del libro, podría dar un final. Esperaron a que algún personaje de cuento se acercara a ellos y entonces, vino Cenicienta.
—Animo, es tu oportunidad. ¡Spooky! ¡Spooky! —animaron los niños.
—Spooky, tranquilo, piensa en algo y dilo sin más —dijo la tía.
—Cenicienta, ¡hoy tendrás un concesionario de carrozas!
—Spooky, ¡tú sí que sabes! —corearon todos los niños.
El día pasó rapidísimo mientras recorrían la biblioteca y hablaban con los personajes. Algunos eran de cuentos que conocían mientras que a otros era la primera vez que los veían. Como pasaba siempre, llegó la hora de volver a casa y aún tenían ganas de crear más finales imposibles.
—Tía, ahora que volvemos a casa, ¿qué va a pasar con los finales que hemos creado? —preguntó Susanski a su tía.
—Todos los finales y las aventuras que surgen de ellos se recogen en libros.
—¿Podremos leerlos algún día? —preguntó Coqui.
—Claro, están todos en la sección de libros que nunca existieron, en la quinta planta.
Cuando llegaron a casa de Susanski estaban tan cansados que sólo querían cenar e irse a la cama, pero todos tenían una idea en mente, se pasaría el año recogiendo ideas para sus finales para el próximo día del libro.